"EN ALICANTE PARECE QUE AVANZAMOS PERO SEGUIMOS IGUAL"
Momentos de Alicante. Por Gerardo Muñoz Lorente
Alfredo Campello, en un acto en recuerdo
a los Mártires de la Libertad en la Explanada.
No es fácil encontrar a jóvenes interesados por la historia local, jóvenes que sientan curiosidad por la memoria colectiva de las ciudades o pueblos donde han nacido o viven. Menos fácil aún es encontrar a un joven que sienta pasión por la historia de los edificios, las calles y las plazas que recorre a diario. Alfredo Campello es uno de ellos. Desde su infancia, siente esa pasión por la historia de la ciudad donde nació, Alicante, y el pueblo donde ha vivido siempre, San Juan, una pasión nutrida por las viejas fotos y los recortes de prensa que guardaba su abuelo.
Con el transcurrir de los años, Alfredo se ha convertido en un joven que está cruzando el umbral de su madurez, pero que sigue viviendo la historia de su ciudad y de su pueblo con la misma pasión de siempre. Cofundó las asociaciones culturales Alicante Vivo y Lloixa, ha sido pregonero de las Hogueras de Sant Joan d’Alacant y de las Fiestas de Benimagrell, ha escrito numerosos artículos sobre la historia de Alicante y de San Juan en INFORMACIÓN, ABC, El Mundo, La Verdad, Alicante Plaza y libros de fiestas. En su penúltimo libro, desgrana una por una la historia de todas y cada una de las calles actuales y desaparecidas del alicantino barrio de las Carolinas. En el último, «Alicante, a pie de calle», editado el año pasado, recopiló 74 de sus artículos. Próximamente publicará un libro sobre el callejero del barrio de Benalúa, en colaboración con Ernesto Martín, miembro también de Alicante Vivo.
Alicante Vivo
«Cuando creamos la web de Alicante Vivo, hace ya trece o catorce años, nos dedicábamos a comentar fotos antiguas de la ciudad, fusilando artículos de otras personas. Al principio éramos un poco piratas –sonríe–. Pero enseguida aprendimos a citar las fuentes y a redactar nuestros propios artículos».
Convirtieron Alicante Vivo en asociación cultural en 2008, coincidiendo con el aniversario del bombardeo de 1938. «Por aquellas fechas publicamos nuestro primer libro, una recopilación de artículos que habíamos sacado en la web, junto con otros nuevos fruto de nuestra investigación histórica. Lo titulamos “Relatos de una ciudad dormida”, sin mencionar el nombre de la ciudad, lo que fue un fallo, claro».
En estos años, Alfredo y sus compañeros han planteado desde Alicante Vivo diversas propuestas, algunas de las cuales fueron aceptadas, como la rotulación de la plaza del 25 de Mayo y el Campo de los Almendros, así como la colocación de una placa en homenaje al ingeniero Francisco Mira en el Parque de la Tuna. «Descubrimos la vinculación alicantina de Ignacio Echevarría, asesinado en los atentados yihadistas de Londres, a quien se homenajeó poniendo su nombre a un parque en la Playa de San Juan», recuerda Alfredo.
Alicante Vivo formó parte de la Comisión de Pleno del Ayuntamiento de Alicante que estudió los cambios en el callejero para cumplir con la Ley de Memoria Histórica. «Nuestra experiencia fue agridulce, pues actuamos como meros comparsas para justificar un trabajo que ya venía a documento cerrado. De hecho, nuestras propuestas no fueron admitidas. Pero cuando el juzgado tumbó la propuesta de rotulación del Ayuntamiento, las asociaciones vecinales se pusieron en contacto con nosotros para pedirnos nuestras propuestas, ya que no figuraban en ningún sitio. Gracias a ello, las cinco propuestas que hicimos están actualmente en el callejero».
Conocer la historia de la ciudad
Alfredo se lamenta de que «en Alicante parece que avanzamos, pero seguimos siempre igual. Cada veinte o veinticinco años hacemos y deshacemos cosas, dando pasos adelante y atrás sin ningún sentido. Un ejemplo lo tenemos en la plaza de los Luceros: el suelo era de baldosa gris hasta finales de los 80. Dijeron que había que aislar al peatón y comercio del tráfico y pusieron jardineras. Después dijeron que había que abrir las aceras para que se viera la fuente y en la reforma de 2010 quitaron las jardineras, dejando la plaza como estaba. Otro ejemplo lo encontramos en la plaza Balmis: era de tierra y había una fuente; la pavimentaron, quitaron la fuente y colocaron jardineras y bancos seudomodernistas; pocos años después quitaron los bancos y las jardineras, dejaron la plaza lisa y volvieron a colocar la fuente».
Este hacer y deshacer sin sentido está motivado, según Alfredo, por el desconocimiento de la historia de la ciudad del que adolecen los alicantinos, incluidas las autoridades locales.
«Al contrario de lo que ocurre en otras ciudades, como Elche y Valencia, los alicantinos en general no conocemos la historia de nuestra ciudad. En muchos otros lugares, cualquier ciudadano puede hacer de “guía” sobre la historia de su ciudad. Aquí, además de la típica leyenda del salto de la reina mora, el alicantino de a pie no sabe ninguna historia real relacionada con la ciudad. Y conocer la historia es muy importante para aprender de los errores del pasado y no repetirlos. Nos lamentamos de errores como el cometido en la Casa Alberola, pero pasamos de los que se están cometiendo ahora, como el derribo de edificios y elementos emblemáticos o interesantes: ahí tenemos como ejemplos el puente de acceso al castillo de San Fernando o los edificios antiguos de las calles General Lacy y Benito Pérez Galdós, derribados antes de que fueran protegidos. Aunque no soy conservacionista a ultranza, en Alicante hay que serlo porque los políticos de todo signo, en dictadura y democracia, han arrasado nuestra ciudad y son muy pocos los edificios antiguos o históricamente valiosos que nos quedan».
A pesar de los vacíos históricos que existen por culpa de la pérdida de documentación sufrida como consecuencia de la Guerra de los Pedros y el bombardeo de 1691, Alfredo considera que en la actualidad hay suficiente información para conocer la historia de Alicante. «Hay bastante información, si se busca. Muchas fuentes primarias no han sido apenas consultadas. Por ejemplo, proyectos urbanísticos como el de la fundación del barrio de San Gabriel».
¿Pero es suficientemente conocida esta información por los alicantinos? La respuesta de Alfredo es rotunda: «No. Pese a los esfuerzos de algunas entidades, asociaciones y algún político en particular, no se ha hecho mucho por la difusión de nuestra historia. ¿Cuánto tiempo hace que el Ayuntamiento no publica un libro sobre la historia de la ciudad? Se editaron libritos de biografías de alicantinos ilustres e instituciones como la Gota de Leche y la Wagneriana que podían adquirirse por 1,50 o 2 euros, pero con el cambio de gobierno municipal en 2015 dejaron de editarse».
Crónicas y cronistas
Opina Alfredo que hace falta una crónica oficial actualizada de la historia de la ciudad. Parte de la información que recogen los cuatro tomos publicados por el Ayuntamiento en 1990 ha quedado desfasada. Desde entonces, «se ha investigado bastante y se ha escrito y publicado mucho acerca de la historia de Alicante».
Recuerda Alfredo que no hay crónica oficial desde la de Viravens, que acaba a mediados del siglo XIX, hasta 1900, que comienza la crónica de Enrique Cutillas y que prolongó Balsalobre hasta 1983. «Pero hay que tener en cuenta que la crónica de Viravens es muy deficiente, por fantasiosa y falta de rigor», advierte, antes de distinguir entre los cronistas de antes y después del siglo XX. «De los cronistas oficiales opino que los del siglo XIX no son válidos para estudiar la historia de la ciudad. Como he dicho, Viravens fue un cronista nefasto. Y de los del siglo XX, aunque mejoraron con respecto a los anteriores, algunos como Vidal Tur siguieron usando metodología decimonónica, aun en plena década de 1970. Vidal Tur adolece de parcialidad manifiesta franquista, cambia y manipula a su antojo, llegando a contradecirse».
«Las crónicas de Cutillas son mucho mejores que las anteriores, pero deberían reeditarse incluyendo la bibliografía y las notas que fueron suprimidas en la edición por parte del Ayuntamiento».
Sostiene Alfredo que el cronista no debe estar influido por las ideologías ni las batallas políticas.
En cuanto a la figura actual del cronista oficial, Alfredo cree que es necesaria para que recoja de manera fidedigna lo sucedido en la ciudad durante los últimos años. Porque, si no, «dentro de cien o doscientos años, parte de la documentación digital que ahora tenemos se habrá perdido y habría importantes lagunas de información».
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